Editorial / 2022-01-23 10:41:30

Majestuoso


Ogier vs Loeb: la Liga de los 'Seb'. Gane quien gane hoy, ninguno saldrá como líder al próximo rally. Ogier doblegó ayer a Loeb en el hielo de Sisteron y tiene ya a tiro su noveno Monte-Carlo.

Ogier vs Loeb: la Liga de los 'Seb'. Gane quien gane hoy, ninguno saldrá como líder al próximo rally. Ogier doblegó ayer a Loeb en el hielo de Sisteron y tiene ya a tiro su noveno Monte-Carlo.

Está siendo un inicio de Mundial majestuoso. Formidable. De los que crean afición. Aunque también, al mismo tiempo, algo ficticio. La nueva era híbrida de los rallies no podría haber elegido mejor guion para su primer capítulo que este: el que viene rigiendo desde el jueves otro duelo antológico entre los dos grandes astros de la especialidad, Loeb y Ogier.

Sin embargo, puestos a pensar en lo que dará de sí de verdad una temporada forrada de novedades, lo cierto es que estos días estamos viendo un boceto de campeonato edulcorado respecto a la que será la fotografía real durante la mayoría del curso.

Por primera vez desde que el Mundial cristalizó en lo que es hoy día, este Monte-Carlo no sirve como referencia para calibrar el grueso de la temporada, puesto que ninguno de los duelistas que están capitalizando la 90ª edición del rally principesco figura como tal en la lista de aspirantes a la corona de 2022.

Por insólito que parezca, es cierto: independientemente de quién acabe haciéndose con los honores, ni Loeb ni Ogier defenderá el liderato en la próxima prueba (Suecia, a finales de febrero). Los 'Seb' están en otra liga, librando sus propias cuitas, corriendo cada uno un Mundial a medida: el de Gap con otros cinco o seis rallies en mente -no más-, que se amolden a su próximo programa como piloto de resistencia; y el de Haguenau sin apremio alguno, con la Extreme E y el incipiente Mundial de Cross-Country ya atados, más las pruebas salteadas que le plazca correr al volante del Puma Rally1.

Realmente, la situación es esa. Aunque pueda parecer un demérito para el resto (los Evans, Neuville, Tänak, Breen o Rovanperä), que sí se van a jugar los cuartos durante todo el año, y el prurito de relevar en el trono a un piloto de época como Ogier, los 'Seb' han salido a este Monte-Carlo despojados de toda presión.

Sin tener nada que demostrar -sólo faltaría-, después de haberse hinchado a ganar cuando su ego y sus jefes les impelía a hacerlo. Y aún así está constatando que, pese a encontrarse ya casi apeados de esta especialidad, siguen siendo unos fueras de serie, capacitados de sobra todavía para pelear -si quisieran- unos cuantos mundiales.

Un 'pique' constante. No sólo porque sean los más raudos al volante, es que encima se las saben todas... Y, por si fuera poco, aunque de cara a la galería guarden la compostura desde hace ya tiempo, en su fuero interno se saben envueltos dentro de una rivalidad fascinante, que los acompañará de por vida.

Cómo si no se explica que ayer, antes del tramo que cerraba la jornada -el mítico Sisteron, el más cercano a su 'patria chica' (Gap) de los de esta edición-, Ogier estuviera plenamente convencido de salir con neumáticos claveteados, dada la cantidad de hielo que le habían marcado sus 'ouvreurs', hasta que vio que Loeb se la jugaba con 'slicks' y eso ya le hizo titubear hasta tal punto que acabó copiándole la monta en el último suspiro...

Una muestra evidente de la sombra tan alargada que sigue proyectando incluso sobre su propia 'némesis' el piloto más laureado de este deporte. La sensación, sin duda, en su primer rally con Ford.

Aunque, ciertamente, después del desparpajo que demostró Loeb liderando la etapa del viernes, ayer su tocayo fue superior: lo bordó con ruedas de seco sobre el gélido asfalto de Sisteron, endosándole 15 segundos que le han dado carrerilla para poder ganar hoy su noveno Monte-Carlo.